martes, 31 de octubre de 2006

Crónica de aquéllos días


Aquí os adjunto la segunda parte de la crónica sobre la movida mod zaragozana en los 80 que Goyo escribió en 1996 para el segundo número del modzine maño Goldfinger. Lamentablemente no hubo tercera parte porque tampoco hubo tercera entrega de dicho modzine y para mayor desgracia ha sido imposible recuperar el primer número, y por lo tanto su correspondiente crónica, debido a que…nadie lo conserva!!! Ni siquiera los padres de la criatura tienen el modelo original, ni una copia…nada. Así que si alguno de vosotros posee el Goldfinger nº 1 que sepa que tiene en su poder un incunable.
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"Tras la primera concentración de Zaragoza, el Shake&Shout Club, el genuino club mod de Zaragoza, salió revitalizado marcando una pauta y camino de la que sería una de las sociedades modernistas más queridas y respetadas del Estado. A partir de ahí todo fue bastante deprisa: proliferaron las fiestas, semi-concentraciones, modzines, scooter runs y todo lo que significase reunirse para “hacer el mod” aparecía cada vez con asombrosa asiduidad por lo cual, y a pesar de que nos reservábamos para los eventos más relevantes, intentábamos estar presentes en el mayor número de actos posibles ya que era claro síntoma de que nuestro movimiento iba en alza. La gente de Madrid y Barcelona, verdaderos epicentros del modernismo español, ya no estaban aislados y creo que no me equivoco si digo que con nuestra actitud fuimos un pequeño, o tal vez el gran nexo de unión entre ambas ciudades, y quizá contribuimos a que el modernismo siguiese avanzando a pasos agigantados en nuestro país. Lo más difícil ya estaba hecho, se había entrado en esos círculos concéntricos que por aquél entonces tenían tanto significado para nosotros; lo único que quedaba era dejarte llevar por tu propia ambición de ser el mejor: más discos, más y mejor ropa, más eventos disfrutados, scooters más trabajadas, más y mejores bailes…pero todo ello dirigido a ser alguien reconocido en nuestro restringido mundo mod.

Tras aquello, pasados dos o tres años y a punto de entrar en los noventa, y después de algunas deserciones y abandonos hasta cierto punto lógicos (alguno de ellos), lo que parecía que podía diluirse sin más tomó sin embargo el camino de la célebre frase “mejor pocos buenos que muchos malos”, es decir, se antepuso la calidad a la cantidad y se dejó de flirtear con ambientes poco afines como el garaje o la psicodelia para reciclarnos (si se me permite la expresión) hacia tendencias más definidas como el modern jazz, el 60´s ska de la Trojan o la Motown…por lo que hubo gente que ante el cariz que tomaba la situación optó por cesar rápidamente en el negocio modernista. Cuántos kilómetros, cuánto sueño atrasado, cuánta música digerida y asimilada hasta la última nota a través de todos los eventos mods a los que he podido y no he dejado de acudir, cuántas movidas y follones en casa y por ahí, qué malos rollos que te montabas en las post concentraciones por todo lo que podías haber hecho y no hiciste si bien en la mayoría de los casos lo dabas por bien empleado si rebuscabas en la quijotera y te dabas cuenta de lo bárbaro que lo habías pasado; otras veces te daba la sensación de que aquella podía ser la última vez que acudías a algo así, la última vez que volvías a ver a toda esa gente que tanto significaba para ti…

Y si bien no pasó inmediatamente, algo empezaba a cambiar casi sin darnos cuenta. Pasada la franja entre los 80 y los 90, la más fructífera sin duda alguna, a partir de 1991-1992 algo diferente estaba pasando entre nosotros, se empezaba a diluir ese sentimiento exclusivamente mod, conservador en modo y forma, para abrirnos hacia espacios todavía más definidos si cabe pero no tan rígidos y puntuales. Con todo ese entorno, el Shake&Shout Club seguía más o menos a flote y no sin muchas dificultades sacamos adelante con bastante éxito las concentraciones de aquellos años aunque, como ya he dicho, la cosa iba cambiando. La estética genuinamente mod dejó paso a la más informal pero no por ello menos elegante imagen de los queridos y admirados aunque desconocidos “in situ” (por razones obvias) clubs del norte de Inglaterra de principios y mediados de los 70…ese veneno llamado Northern Soul entro a formar parte de nuestro ambiente diario."

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