Esta mañana me he ido con Jorge, y su bonita Vespa L del 63,
a almorzar. El objetivo era un garito que conoce cerca de Mercazaragoza donde,
al parecer, dan de almorzar barato y en plan “non stop”. Pero esto es España y
estamos en agosto, es decir, que estaba cerrado. Así que hemos dado media
vuelta y nos hemos ido a un clásico: Los Charros. Todo ha discurrido por los
cauces normales de la dieta mediterránea, o sea, huevos fritos con chorizo,
longaniza y patatas fritas más el clásico binomio de vino y gaseosa rematando
con el consabido café y chupito de hierbas. Y ya está, como un general.
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