miércoles, 3 de septiembre de 2008

Larga vida al Bongo!


Martes 2, 20:05, suena mi móvil, es Cancho que me llama para avisarme de que tiene unas invitaciones proporcionadas por Vic para ver a los Bongolian. Salvados. Nuestros bonos de tres días estaban agotados desde el fin de semana y los pases de la familia de Rosana aún no están en nuestro poder, con lo cual ayer no teníamos posibilidad (salvo pagando, claro) de entrar a ver a Nasser Bouzida y compañía. Hasta que sonó el móvil.
Pasadas las 23 entrábamos en el recinto y directamente nos dirigimos al Balcón de las Músicas donde Cancho y Pati habían quedado con unos amigos. En ésos momentos los Bongolian apuraban los últimos toques en la prueba de sonido; no había ni Dios, excepto nosotros y el viento que soplaba con fuerza. A pesar de que quedaba una hora para que comenzara la actuación se podía vislumbrar que íbamos a estar cuatro y el de la guitarra, perdón, y el del bongo.
A las 00:30 con puntualidad británica, nunca mejor dicho, los cinco integrantes de Bongolian salían elegantemente vestidos al escenario con Nasser a la cabeza; ante ellos no más de cuarenta personas. Pero es lógico, era martes, septiembre, las doce y media de la noche y el grupo no era melódico ni moñas, no cantan en castellano, no interpretan baladas empalagosas para nenas con acné, no, los tíos hacen boogaloo, funk, acid jazz…¿a quién le interesa eso? A no más de cuarenta personas. Pero al menos ésas pocas personas disfrutamos como enanos de 50 minutos electrizantes de buenos estilos sabia y trepidantemente mezclados sobre la base de los maravillosos bongos, incluidos sintetizadores marcianos de por medido. Claro que si al frente del asunto está un músico como el señor Bouzida acompañado por cuatro tíos que saben lo que hacen es absolutamente imposible que la gente no se quede prendada.
Tras el concierto, los cinco miembros del grupo se sentaron en el escenario y empezaron a vender su maravillo disco tanto en cd como en vinilo mientras Nasser Bouzida estrechaba la mano a todo aquél que lo compraba. Y como no llevábamos cámara de fotos pues aquí pongo una del disco que compré; en vinilo, por supuesto.

Que viva el Bongo!

David

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